sábado, 5 de enero de 2013

Los Tres Magos


1. EXTERIOR. FRENTE AL HOSPITAL. NOCHE.
    (3:42 a.m.)

Melchor camina desorientado. Cruza la calle sin mirar. Un coche toca el claxon y el Mago sale corriendo de la calzada, sin entender. Murmura algo incomprensible. Cuando se tranquiliza, mira al cielo con los brazos extendidos, las manos abiertas.

MELCHOR
Por fin lo encontré, oh, poderosa estrella Sirio; arropado con sábanas blancas y gigante entre hormigas de ciudad. Fue difícil el camino. Recuerdo cómo aquel primer Mesías se nos reveló sencillo tras el cansado viaje, en un pequeño establo de Belén; rey de reyes; nacido entre animales de granja y adorado por pastores. Éste; el segundo; entre paredes de ladrillo, perdido en un laberinto de cárceles de piedra y asfalto; camellos de colores, sin ojos y sin joroba, que echan humo por el trasero y gritan como trompetas. Lo encontré y me miró, ojos de príncipe; y ofrecí mi presente.
Dudo sobre la situación de los otros Magos. Espero, Sirio, que tu ayuda pueda guiarlos sin problemas hasta el Salvador.

2. INTERIOR. HOSPITAL. MATERNIDAD. NIDOS. NOCHE.
    (7:16 a.m.)

Gaspar se inclina sobre una de las cunas, en el centro de la sala. Sobre ella duerme un bebé vestido de blanco.

GASPAR
Casi no llego. Qué agobio. La túnica y la capa me resultan ahora tan incómodas… En este hospital es imposible no perderse. Doce plantas de pasillos en todas las direcciones, escaleras aquí y allá, ascensores sin nombre. Y ni un solo cartel informativo. Perdóname, chiquitín. Porque para arreglarlo, cuando ya estaba entrando en maternidad, el encargado de un centro comercial de moda me ha confundido con el actor al que tiene contratado para representarme. Quería llevarme con él. A repartir juguetes a los niños. ¡Cuánto me ha costado convencerle de que no era yo! De que yo era yo y no el otro. Son estas ropas persas, tan llamativas. Pero aquí estoy. Y aquí está mi regalo para ti.
Me pregunto cómo les irá a los otros Magos. Ahora veo que Melchor lo ha conseguido, a pesar de venir desde el desierto; él y sus anticuadas costumbres, él que no ha pisado ciudad alguna. ¿Dónde estará nuestro joven amigo Baltasar?

3. INTERIOR. HOSPITAL. MATERNIDAD. NIDOS. DÍA.
    (9:32 a.m.)

Llega el tercer Mago junto a la cuna. Ni rastro de Gaspar. Hay un par de madres con sus bebés, una enfermera en la esquina. El hombre coge la mano del niño, que ya despierto, sonríe y patalea bajo la sábana.

 BALTASAR
PEPE “EL MAGO
¡Mi niño! Mira, nano. Un bibe. ¿Te gusta? ¿Sí? Está nuevecico. Lo he birlao aquí en frente. ¿Tú sabes por qué a tu papá lo llaman Pepe “El Mago”? Pos mira: Papá es mago porque hace desaparecer las cosas de los sitios, y luego aparecen en su bolsillo. ¿Lo ves? Mira cómo se ríe mi nene. Pero, ¿qué es esta chulada de pulsera? Niño, ¡que es oro! ¿De dónde has sacao tú esto? Alguno que se habrá confundío, seguro. Mira lo que pone: Mesías. ¡Bah! Esto lo vendo yo y tenemos pa comprar comidicas y cosas buenas durante un tiempo, ¿verdad, guapo? Si no fuera por la puta de tu madre… No le vuelvo yo a dirigir la palabra a la Mari. Dejarte solo, tan pequeñico… Y todo pa irse con el canalla del Agustín. ¡Habrase visto! Y esta bolsica, ¿qué es? Pero bueno, qué pestazo. Como en las iglesias. ¿A quién se le ocurre meter esto en una cuna? Na, esto lo tiro yo a la papelera ahora mismo y asunto arreglao. Mejor así, ¿verdad, Jesusico? Bueno… di adiós a los demás nenes que nos vamos a casa. Que no se diga que no te enseño a ser educao, ¿eh? Mira ese negro. Vaya pintas. Llega a toda prisa, sudao y vestido de rey Baltasar. Ala, peque, vámonos.

Sagrada Familia, museo. Barcelona. 2011.

2 comentarios:

  1. Recuerdo perfectamente el precioso relato y el día que lo leíste. Lo pasamos bien ¿verdad? Te deseo lo mejor

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí. Lo pasábamos muy bien. Se echa de menos... A ver si cuando termine el máster me re-engancho. Muchísimos besos, mami literaria.

      Eliminar

Tu opinión cuenta. Muchas gracias por tus palabras.