Hoy, Victoria me ha traído a clase unas galletas de jengibre. Y son tan bonitas (y huelen tan bien) que me daba pena comérmelas sin haberles hecho una foto primero. Lástima que las cámaras fotográficas (todavía) no adjunten olores a las imágenes.
También había una galleta redonda. Pero no he podido resistir la tentación. Y doy fe, estaba de muerte.
Muchísimas gracias, Victoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión cuenta. Muchas gracias por tus palabras.