Con la excusa de la #nocheenblanco el sábado pasado me
acerqué a Caixaforum Zaragoza a ver las exposiciones El color del mar de
Sorolla y Génesis de Sebastião Salgado. Sorolla me gustó. Pero Salgado me dejó
con la boca abierta y con muchas ganas de más. De ver más fotos y de hacer más
fotos.
Génesis es una exposición no sólo impresionante por su
contenido, sino muy bien expuesta. Una de esas exposiciones en las que no se
echa de menos una mejor organización o una iluminación que no interfiera en la
lectura de las obras. Génesis se adapta a la perfección al espacio y te
traslada a otro (aunque sea nuestro) mundo a través de un recorrido elegante y
sobrio, con una equilibrada utilización del color y la palabra escrita.
La exposición se estructura en cinco espacios. Cinco zonas geográficas,
temáticas, conceptuales. Los confines del Sur, Santuarios, África, Las tierras
del Norte y La Amazonia y el pantanal sumergen al espectador en un mundo
primigenio y grandioso, y (por qué no decirlo) aterrador. Es aterrador porque
es salvaje e incontrolable, y es aterrador porque cada vez queda menos de él. Un
mundo infinitamente hermoso y puro en el que no existe el whatsapp ni la
tecnología móvil y en el que no se echan de menos. Un mundo en el que
resultaría absurdo consultar cada día el correo electrónico, buscar un enchufe o
encender una bombilla.
Un mundo de contrastes, de asombro y de sutileza. Pingüinos
que saltan al mar desde un bloque de hielo, paisajes inmensos, árboles
milenarios, pueblos y costumbres ancestrales, agua, arena, niebla..., cocodrilos
al acecho, ballenas, albatros.
Un mundo que se muestra a través de fotografías en un blanco
y negro cuidado y cargado de matices que aparta cualquier distracción para
quedarse en la esencia y mostrarnos únicamente lo que debemos ver. La forma, la
grandeza, el mensaje. Las luces y las sombras.
Una exposición imprescindible.