miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014, una lista de vida


Nunca he entendido muy bien todas esas listas que la gente tiene la costumbre de escribir cuando termina el año, cuando comienza uno nuevo. Listas de los mejores libros; de las mejores películas; de las personas que nos han dejado; de las canciones más escuchadas; de los mejores selfies (aún me cae gorda esa palabra); o de propósitos que siempre se quedan en eso, en propósitos. ¿Por qué cuando termina el año? ¿Por qué listas? ¿Por qué no proponerse algo siempre? ¿Por qué no seleccionar cada día lo mejor de lo vivido?

No, no lo entiendo. Pero como excepción me voy a llevar la contraria y también yo voy a escribir una lista para despedirme de este año 2014. No una lista al uso. Mi lista. Una lista de momentos, de caricias, de personas, de sonrisas; una lista de lo que he perdido y ganado; una lista de vida ¿existe eso?


1. 00Seven en la familia. Es curioso cómo las familias crecen: en vertical, en horizontal, e incluso en diagonal; y a veces hasta crecen en curva. Pero ser uno más, aunque sea en zig-zag, merece un aplauso y una sonrisa. Así que ¡gracias! a la susodicha, y al que la ha traído a la familia.

2. Un nuevo habitante en casa. Se llama Sherlock y es ¡por fin! MI PERRO. Tiene 4 meses; lleva desde el 22 de Noviembre en casa, y aún no me lo creo. Y por supuesto es el que más me hace reír. Cuando me roba las zapatillas (léase zapatillas, o botas, o calcetines) y se las lleva de excursión, o cuando se echa la siesta sobre ellas. Cuando se tumba en la ropa sucia y se hace una bolita, cuando destroza una pelota en menos de un día, cuando intenta subirse a la mesa o al sofá, cuando juega con otros perros, cuando me chupetea toda la cara (¡siempre con la lengua por delante!), cuando se choca contra la pared y cuando derrapa, cuando bosteza, cuando se esconde detrás de mí, cuando coge una rama más grande que él y la arrastra, tan contento. Cuando sale a saludar a papá, cuando no hace caso, cuando se sienta y pone esa carita de “perro bueno” después de hacer alguna trastada, cuando me sigue a todas partes y hace guardia incluso en la puerta del baño, cuando se ladra porque se refleja en el piano, cuando se tumba al lado del radiador, cuando aprende.



3. Un nuevo trabajo. Y como profesora; algo que nunca había imaginado. Un año de novedades, este 2014. Estoy encantada. Y además me ha servido para retomar el piano, que lo tenía un poco abandonado. Trabajar con niños es divertido y sorprendente. Me siento afortunada por lo mucho que estoy aprendiendo y porque disfruto tanto que casi no parece un trabajo.

4. Una despedida. “Ahora estás donde querías. No lo sé, pero eso decías tú, y eso dijeron todos. Un beso enorme.”

5. Un gran viaje. Un viaje muy esperado. Inglaterra y Escocia. Sé que tengo pendiente mostrároslo. Pero todo llegará, así que por el momento, no digo más.

 
 6. Un corte de pelo. Supongo que necesitaba un cambio, y que tanto pelo ya cansaba; así que ¿por qué no? Otra forma de decir adiós a la vieja Cristina y disfrutar de la nueva. Y sí, de alguna manera, soltar lastre y disfrutar de una nueva libertad. ¡Y qué cómodo!
 
7. Amigos y reencuentros. Amigos que están ahí siempre, aunque sea lejos y con cientos de mails, aunque sea cerca pero sin palabras. Amigos a los que no ves salvo días contados, pero que nunca faltan. Amigos que todos los años se acuerdan de tí cuando escriben LA felicitación de Navidad, amigos que piden imposibles -y no les importa-, amigos a los que puedes leer, amigos que cada cumpleaños te envían un precioso paquete lleno de misterios y maravillas. Amigos que son un regalo.

8. Escribir el post nº 100. Y más ilusiones y menos monstruos. Cada vez más, y menos. Los monstruos que se queden en los cuentos y en los sueños.



9. Libros: atreverme por fin con (y descubrir) El Quijote; reconciliarme con Pérez Galdós gracias a Nazarín; y leer, y releer y criticar (sobre todo para bien) Los viajes de Marcos Polo (y de P. y de A. y de M.). Y más libros, ilustraciones, exposiciones, arte, restauración... Y disfrutar como una enana.
  
10. Y para terminar, 29 añitos que se van para dar paso (dentro de 5 días) a los 30. ¡¡¡30!!!


Para el año nuevo un “sólo” propósito. Ser cada vez más yo: disfrutar, aprender, leer, reír, dibujar, escribir, y no dejar de proponerme -y llevar a cabo- todo lo que se me ocurra.


Feliz 2015. Felices 365 días de luces y de sombras.